Los abusos son secretos que esconden muchas familias. Desde la bisabuela que con 12 años la casan por conveniencia con el maestro de 40 años para beneficiar a la familia o aquella que a caballo se la llevaron secuestrada y más nunca la veían. Están los matrimonios arreglados, y como el patrón se repetía, a pesar de no querer casarse con un hombre mayor, maltratador e infiel, las madres les decían "dele hija que con el tiempo logrará quererlo" y ahí se quedaban, maltratadas y abusadas hasta que envejecían. Las que fueron abusadas por sus padrastros, primos, abuelos, padres o hermanos; y ni hablar del vecino mas cercano; algunas lo callaron por ser amanezcas o por temor a no creerles, o peor aún, lo contaban pero les decían que era mentira. Es como el cuento de la Caperucita, "ten cuidado con el lobo" pero, cuidado de qué, y tampoco advierten que ese lobo muchas veces es de la misma familia. También están los profesores de particulares, el de natación, la de modelaje, o el del deportista manipulando al niño a hacer cosas con la condición de no decirle a nadie y así llegará a ser grandes ligas. La pedofilia es real, está a la orden del día; niños que son comprados desde el vientre de una madre que no desea al bebé pero si el dinero que representa; y sino aquel que es secuestrado por descuido de los padres o la adolescente que de tanto abuso termina dedicándose a lo que fue sometida. Y si, aquellos que se atreven a revelar la verdad, terminan "quitándose la vida" ya a pasado antes con algunos artistas, o investigadores como Frank Suárez, Jacobo Grinberg, y muchas personas más, que develan la verdad de la ciencia, la medicina, la tecnología, en este caso, la pedofilia. Sonido de Libertad (Sound of Freedom) es una película basada en un hecho real, de millones de verdades en el mundo entero que @eduardoverastegui se arriesgó a protagonizar y alzar la voz, cómo lo hace en el vídeo, para despertar conciencias y alertar a las familias de algo que se pretende legalizar de manera impositiva, un problema mental no de biología. El pudor educa más que el tabú y la orientación familiar más que el internet pueda enseñar a tus hijos pegados a un dispositivo todo el día.
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