Tengo una suerte increíble para llegar tarde siempre. "¿Alguien puede decirme si estamos a tiempo?", fue mi pregunta a las 2PM, cuando veía insistentemente el chat de WhatsApp. Me maquillaron 3 veces, hasta que finalmente me gustó. Me puse la falda que tanto me había gustado cuando me tocó probar vestuario y finalmente, después de haber dormido par de horas y sin haber comido nada, porque no suelo comer antes de hablar, ¡Estaba lista! La verdad ya estaba acostumbrada, me maquillaban, me ponían el micro, salía, saludaba a todos y entraba en el papel. Fue una tarde/noche intensa, como suelen ser esas presentaciones de música en vivo, desfiles y . Desde la tarima todos se veían chiqui. Y yo sin lentes y con miopía no es que los viera tanto, pero recuerdo exactamente el momento en el que lo ví entrar. De traje y peinadito. No lo podía oler, pero seguramente olía bien porque se veía exactamente como la gente que lleva un perfume que sabes que te va a costar superar. Pasaron las horas, le perdí la pista y seguí trabajando, los duelen, pero sostener un micrófono es de las cosas que, hasta ese momento, más me llenaban. Las fotos, el ajetreo propio del post evento y yo solo con ganas de agarrar un tequeño, cuando de pronto: - Tata, necesitamos presentarte a alguien. Volteé, y ahí estaba. Olía tan rico como lo había imaginado horas antes, pero de cerca se veía mejor. Estiré mi mano y esbocé una sonrisa, nerviosa por escuchar su voz por primera vez. - Andrés, un placer conocerte. Me apretó fuerte la mano y ahí lo supe: sería mi próximo testimonio. ⭐ Continuará...
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