"El susurro de una brisa apacible", 🤍 así lo escuchó Elías en su peor momento. Estaba desesperado, ya no quería seguir viviendo y en medio del cansancio solo quería abandonarlo todo. Yo me he sentido así más de una vez. Con ganas de dejarlo todo. Me vence el cansancio, me cuesta dejar a un lado las cargas. Me hago tanto la loca, que de pronto se me olvida que estoy fingiendo que no pasa nada, y empiezo a vivir como si de verdad nada pasara. El ruido es tan fuerte que dejo de escucharlo. Y me quiero esconder. Quiero salir corriendo a un rinconcito de soledad entre Él y yo "Papi háblame, papá aquí estoy". Imagino que será un estruendo, un terremoto, un movimiento impresionante, cuando la verdad solo escucho el silencio. He aprendido a lidiar con el silencio. Con el renunciar a mis expectativas elaboradas para darme cuenta que todo lo que Él hace, siempre se dará de forma natural. Pero es que por años me costó tanto conseguir ciertas cosas por mí misma, que cuando el Señor llegó a mi vida y empezó a hacer todo "simple" me costaba entenderlo. Y aún me cuesta entender que necesito ese silencio. Necesito esa pausa. Necesito ese retiro. El silencio me lleva a recobrar la perspectiva. El silencio me lleva a depender de Él. No necesito palabras, no tengo por qué tenerlas. El silencio ha sido la expresión de quién encuentra su salvación en la mirada del Padre. Por eso he guardado silencio ❤️ para encontrarlo a Él, por teniéndolo a Él, es la única forma de que yo esté aquí. ~ Después del viento, un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y después del fuego, el susurro de una brisa apacible. 1 Reyes 19:12
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