Todo lo que hacemos debemos ponerlo en las manos de Dios. Tenemos que reconocer que dependemos de él porque él nos creó y sabe lo que es mejor para nosotros. Debemos sacar tiempo para escuchar la voz de Dios y permitirle que guíe nuestros pasos. De esa forma nuestros proyectos se harán una realidad y saldrán adelante porque estarán alineados con su voluntad.
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