Querido Año Nuevo: Cada diciembre te escribo una nueva carta antes de que llegues para decirte cómo te recibo y te espero. A medida que ha pasado el tiempo, he bajado las expectativas. He aprendido a esperar de mí y no de los años. Tus hermanos, los años anteriores, me han dejado múltiples aprendizajes. En particular el 2022 no fue fácil y no estuvo exento de nuevas lecciones. He aprendido a bajar las expectativas porque un año nuevo no se ve tan distinto al de hace dos días, que de hecho no ha cambiado ni el clima. Y me preocupan aquellos que creen que tu llegada les salvará la vida, como si un año pudiese salvarnos o como si en un año ocurrieran milagros sin uno inmutarse u ocuparse. Por eso, escribo también este post. Estos años post-pandemia me enseñaron que interesarnos por otros es la forma sana de vivir, que los objetivos deben ser alcanzables y realistas pero sobre todo adaptados a la realidad actual, que no podemos vivir en nuestro propio mundo porque en el mundo hay alguien más, y que debemos ser flexibles, porque si no te flexibilizas es la vida la que se vuelve rígida. Y así te recibiré: dando, amando, flexibilizando y por supuesto, cuidándome. La vida está llena de retos pero también de momentos agradables y tengo los brazos abiertos para ambos. Querido, te escribo una carta a ti, pero en realidad es un recordatorio para mí. Uno de esos que te enfrentan a la realidad de que aquello que no hagas tú mismo, no será realizable. Un reminder de que este año puede ser como yo desee en su momento que sea, sin más. Te lo escribe alguien que quiere vivir más en el presente. Con cariño, Eva 💚💖 Y tú, si pudieras decirle algo a este año ¿qué le dirías?
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