Mereces amor. Mereces hablarte bonito. Mereces escucharte más. Mereces ser más empática contigo. Y es que a veces buscamos el amor donde no está. Lo buscamos afuera en otras personas, en la validación y el reconocimiento de alguien más, cuando realmente tu valor depende de ti. Una vez le dije a una amiga “si tú pudieras verte como yo te veo, te darías cuenta de todo lo que mereces y de lo maravillosa que eres”. Porque nos cuesta mucho vernos, se nos hace difícil hablarnos asertivamente, tratarnos bien y priorizarnos conscientemente. Cuán común es que parte del diálogo interno sea “tú si eres tonta” o “la cagaste”, cuando podríamos decirnos “esta vez te equivocaste, la próxima vez lo puedes hacer de este otro modo”. Me estoy diciendo lo mismo, pero de forma distinta y dejando espacio para el aprendizaje y nuevas oportunidades. Lo que quiero que veas es que existe una forma diferente de relacionarte contigo. Hay cosas que jamás le dirías a una amiga pero te las dices a ti, otras que nunca le harías a nadie pero te las haces a ti. En esta época, aprovecha la festividad para regalarte un diálogo más acogedor y reconfortante. Ese abracito caliente que puede traer el frío de la Navidad te lo puedes dar tu misma con palabras, atenciones y gestos de cariño. Recuerda que la manera en la que te hablas influye en cómo te sientes y por ende en cómo actúas posteriormente. Espero que te hables cursi, lindo y empalagosamente como malvavisco y galleta de jengibre porque te lo mereces, aunque te cueste. Regálate tiempo contigo así como cuando sales con tus amigos a la cena especial o vas a la fiesta de navidad. Date algo especial e invierte en ti así como le compras regalos a tus seres queridos o a ese compañero que te tocó en el amigo secreto o angelito. Por favor, trátate bonito, como si te cantaras un villancico.
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