Agradecer me ayudó a ser más objetiva. Creemos que agradecer se trata de ser positivos y no. Nada más alejado de la realidad. Dar gracias por lo que tenemos implica valorar de manera factible qué tenemos. No puedes agradecer aquello que no tienes. Agradecer también me ayudó a sorprenderme de las pequeñas cosas de la vida. A veces creemos que solo puede agradecer quien logra metas gigantescas o tiene miles en su cuenta. Si tú estás leyendo, tienes varias cosas que agradecer: estás viva, puedes respirar, sabes leer, tienes el sentido de la vista o de la escucha, tienes internet, tienes una red social en la que probablemente hay personas que quieren saber de ti. En fin, me ayudó a darme cuenta de todo lo que me rodea por poco que sea. Agradecer me ayudó a detenerme. Sacar unos minutos de mi tiempo para dar gracias requirió que me detuviera en mi rutina, que dejara todas las interrupciones de la vida cotidiana para centrarme en mí, en mi mano, en el lápiz sobre el papel y en el ejercicio consciente de que estoy pensando. Agradecer me ayudó a mejorar mi relación conmigo. Cuando eres más neutral y objetiva, tu diálogo interno cambia. Los pensamientos catastróficos y fatalistas disminuyen y el curso de lo que antes era negativo, negativo y negativo, pasó a ser negativo, neutral y agradecido. Agradecer me ayudó a flexibilizar. Pensamientos que antes eran rígidos, ahora son más moldeables porque agradecer es esforzarse. Es como amasar plastilina. Ella llega durita en la caja, pero al cabo de varias apretadas se vuelve blanda y más fácil de modificar. En conclusión, agradecer hace que cada día se sienta mejor porque inicia distinto. Y tú también puedes iniciar el hábito del agradecimiento. Puedes crear un diario de gratitud en un cuaderno o adquirir uno de los nuestros que te guiará a través de una pregunta y te permitirá llevar track semanal de tu journaling. Consíguelo en el link de mi bio @eva_herbert
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